La OMS decidió por ello considerar que el riesgo del brote sigue siendo «moderado» a nivel global, aunque lo mantiene a nivel «alto» en América, la región que en las últimas semanas reporta la mayor parte de los nuevos casos.
En Europa, que durante meses fue la región más afectada, el nivel de riesgo se ha reducido de alto a moderado, una valoración que se mantiene en África, Oriente Medio y en el sur de Asia, mientras que en Asia Oriental se conserva el nivel bajo, según la nota oficial.
El comité matizó que dos expertos que lo forman consideraron innecesario mantener la emergencia internacional, aunque el resto sí que optaron por conservarla, basándose en el posible impacto que aún tiene el brote en poblaciones vulnerables, así como el riesgo de discriminación entre determinados colectivos, como los homosexuales.
También alegaron como motivos para mantener la emergencia la falta de acceso en algunos países a diagnósticos, antivirales y vacunas.
La semana pasada se reportaron 1.300 nuevos casos de viruela del mundo, una caída del 41 % con respecto a los siete días anteriores, y una cifra semanal unas siete veces menor a la de los momentos más álgidos del brote, a finales de julio y principios de agosto.
La mayoría de los casos la semana pasada se reportaron en países americanos, mientras que Europa, que en los peores momentos del brote llegó a contabilizar miles de positivos semanales, solo registró un centenar en el periodo del 24 al 30 de octubre, mientras toda África contabilizó 34 infecciones y Asia únicamente dos.
El comité de emergencia advirtió de que, pese a las descendentes cifras, teme que muchos casos no estén siendo diagnosticadas en determinadas regiones debido a insuficiencias en sus redes sanitarias, al tiempo que alertó de reticencias a vacunarse entre comunidades de determinadas zonas.
También expresó preocupación sobre casos graves y fallecimientos por la enfermedad entre pacientes con VIH inmunocomprometidos o que no reciben tratamiento con antirretrovirales, e insistió en que en algunos países la criminalización y estigmatización de comunidades homosexuales puede frenar los esfuerzos por combatir el brote.
El brote de viruela del mono de 2022, una enfermedad que durante décadas había sido endogámica en África pero de la que apenas se habían dado casos en otros continentes, ha afectado a más de 77.000 personas, de las que fallecieron 36.