Hoy en Tibú decir en voz alta el alias Jhon, ‘Jhon Milicias’ o ‘Jhon Catatumbo’, provoca estupor. Quienes lo mencionan, prefieren hacerlo en voz baja, para que nadie se dé cuenta de lo que se está hablando.
Estos tres apodos hacen referencia a la misma persona: Jhon Velazco, quien hasta hace dos años, cuando las Farc firmaron la paz con el Gobierno del presidente Juan Manuel Santos, fungió como comandante de las milicias Resistencia Catatumbo del frente 33 de esa guerrilla.
Hoy, su nombre vuelve a sonar en el Catatumbo, por ser el hombre que, según fuentes de inteligencia, lidera la disidencia del frente 33 de las Farc que se ha organizado en esta zona del departamento.
Su rostro aparece en los organigramas que guardan Ejército, Policía y demás autoridades judiciales sobre las Farc en Norte de Santander. Según una fuente cercana a este grupo armado ilegal, Jhon era la mano derecha de Jimmy Guerrero, último comandante de dicho frente. Este cabecilla de las milicias tenía a su mando más de 200 hombres y mujeres, que se movían tranquilamente por los 11 municipios que integran el Catatumbo.
Pero cuando arrancó el proceso de retorno a la vida civil, ese grueso número de milicias no fue tenido en cuenta y muchos de ellos decidieron seguir en la clandestinidad o simplemente se cambiaron de bando, pasándose al Eln o Epl.
Por esa razón, “a la zona veredal de Caño Indio llegaron 322 combatientes del frente 33 de las Farc, pero las cifras que manejaban el Ejército y la Policía señalaban que este grupo guerrillero contaba con más de 600 hombres en Norte de Santander, lo que quiere decir que hubo muchos integrantes que no se metieron en el proceso de paz y quedaron sueltos y con armas; precisamente fueron los milicianos de Jhon”, aseguró una fuente de inteligencia militar.
Y precisamente muchos de esos guerrilleros a los que las autoridades les perdieron el rastro, hoy volvieron a ‘salir al ruedo’, como disidencia del frente 33 de las Farc. Este grupo armado ilegal estaría conformado por entre 200 y 300 hombres, de los cuales 80 ya estarían armados.
El líder de la disidencia, sin embargo, no estaría actuando solo. A su lado, según informaciones que hoy están siendo analizadas por inteligencia militar y policial, está ‘Villa’, otro reconocido mando medio del frente 33, que estuvo en el proceso de paz, pero que al parecer volvió a la causa guerrillera.
También se habla de otros cabecillas como ‘La Patrullera’ y ‘El Chulo’.
(Desde el primero de enero de este año, las disidencias vienen pintando con grafitis todo el Catatumbo. En la foto, ‘Villa’, otro de los disidentes.)
Pocos datos de sus perfiles
De estos cuatro nombres es muy poca la información que las autoridades tienen. Por ejemplo de ‘Jhon Milicia’s se sabe que es nacido en la zona rural de Tibú y que por muchos años integró las filas de esta guerrilla, por lo que es muy conocido en el Catatumbo.
De ‘Villa’ también tienen conocimiento que comandó la columna móvil Antonia Santos, de este grupo armado ilegal, pero de ellos dos no se tiene un rastro claro. Tampoco hay claridad sobre su paradero.
Según varias fuentes consultadas por La Opinión coinciden en que Jhon Milicias se encuentra en territorio venezolano, donde ya tiene instalada una enorme escuela de entrenamiento para la disidencia, mientras que ‘Villa’ se movería por zona rural de El Tarra hasta llegar al sur del Cesar. De los otros dos cabecillas no se sabe nada. Su principal fuente de financiamiento sería el narcotráfico que se mueve por esta zona de Norte de Santander.
También se conoció que estos cabecillas cuentan con el respaldo de Miguel Botache Santillana, más conocido como ‘Gentil Duarte’, y Géner García Molina, ‘Jhon 40’, quienes actualmente son los más buscados por las autoridades colombianas, pues cada vez más están ganando terreno con las disidencias de las Farc en todo el país. Estos dos hombres también estarían en territorio venezolano.
Organizaciones defensoras de derechos humanos aseguran que la disidencia del frente 33 recuperó las fincas que las Farc tenían en el alto Catatumbo, pegadas a Venezuela, “especialmente una que tenía Timochenko al otro lado de la frontera por Río de Oro, pues él no va a reclamar eso porque sabe que queda en evidencia. Ahí hay un escenario perfecto para ellos por todo lo que implica con el negocio del narcotráfico”, señaló un representante de esas fundaciones, quien pidió el anonimato.
Marcando territorio
Desde el primero de enero de este año comenzaron a pintar grafitis en las fachadas de varias casas, en vehículos y en la misma Alcaldía de El Tarra (ver fotos).
A esto se le suman varias acciones armadas, como un enfrentamiento que tuvieron en febrero con integrantes del Epl, hecho que se dio cerca de Río de Oro, además de que varios hombres fuertemente armados, portando brazaletes de las Farc y vistiendo prendas de uso privativo de las fuerzas armadas, han llegado a varias poblaciones como Versalles y Filo el Gringo, donde le han dicho a la comunidad que ellos regresaron a poner en orden lo que no pudo hacer el Estado.
Las autoridades judiciales también intentan establecer si en la masacre que sucedió el pasado lunes 30 de julio, en el casco urbano de El Tarra, estaría implicada esta disidencia, pues en el hecho cayeron tres desmovilizados de las Farc y al parecer se habría dado por un mal negocio de droga.
La más reciente acción armada ocurrió el 25 de agosto, cuando unos presuntos miembros de esta disidencia llegaron a una reunión que varios integrantes del partido Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC) sostenía con habitantes del corregimiento La Trinidad, de Convención, y luego de amedrentarlos con fusiles, les robaron a los escoltas de la UNP sus armas.
Con estos hechos violentos, sumado a la gran cantidad de comunicados que han puesto a circular, es que este grupo armado ilegal comienza a hacerse visible y acrecentar la incertidumbre en uno de los territorios más convulsionados del país.
Sembrando temor en la población
Aunque ninguna autoridad lo quiere reconocer, la disidencia del frente 33 de las Farc anunció una mal llamada limpieza social en Tibú. Mediante algunas cartas y panfletos que les han hecho llegar a varias personalidades de esta población, Jhon Milicias asegura que ante la falta de seguridad por parte del Estado, ellos se encargarán de volver a poner las cosas en orden.
Y una de esas acciones que se estarían atribuyendo sería la masacre que se presentó el pasado jueves 23 de agosto, en el sector La Hamaca, de esta población del Catatumbo. Al lado de los cadáveres de las dos víctimas que quedaron en el lugar del hecho, dejaron una hoja donde afirmaban que les había pasado eso “por ratas y expendedores”.
Ante esto, hay temor de que en Tibú y otras poblaciones como El Tarra, Teorama, San Calixto y Hacarí, la situación de orden público se agrave, “pues la idea de la disidencia es recuperar el territorio que dejaron durante el proceso de paz y seguir con el negocio del narcotráfico, ya que el Gobierno no les cumplió con lo pactado”, señaló un representante de una organización defensora de derechos humanos.
fuente por laopinion.com.co