“Mis papás siempre han tenido muy buen corazón y por eso aceptaron que los tres venezolanos se quedaran en la casa. No les cobraban arriendo, ni servicios, ni mucho menos las tres comidas diarias”, recuerda con lamento la hijastra de José Alirio Salazar Vega, asesinado por estos tres hombres la madrugada de ayer, por robarlo.
Salazar Vega era un tendero que residía con su esposa en el mismo negocio, ubicado en la calle 47 con avenida 9 del barrio Camilo Daza, frente al paradero de busetas.
Desde hace un mes y medio, los extranjeros vivían en la casa de Alirio, donde dormían en colchonetas, en el piso del local.
Alirio tiene una hermana que está en Venezuela y en vista de la difícil situación económica que atraviesa ese país, él la apoyó alojando a su sobrino y a otro joven que ella adoptó.
Sin embargo, el propio sobrino se fue vivir a una casa vecina, mientras que el otro joven, conocido como Junior, “se ganó la confianza de mis padres”, indicó la hijastra.
Este último, trabajó en oficios varios en el barrio y semanas después regresó a Venezuela a llevar supuestamente comida y dinero a su familia, pero volvió con otros dos venezolanos a quienes presentó como sus amigos ante Alirio.
“A mi papá le dijo que eran unos buenos muchachos, que no tenían vicios y que simplemente estaban pasando muchas necesidades por allá (Venezuela) y le rogó que les diera posada. Uno se llama Leandro y el otro Jorge”, recuerda la hijastra.
Así fue que Alirio, con ‘su buen corazón’ cobijó a sus propios verdugos y les permitió que lo ayudaran, como contraprestación, atendiendo la tienda, donde venden cerveza al por mayor.
Un reclamo
El pasado domingo, Salazar Vega, de 61 años, quien siempre llevaba con rigor las cuentas de su tienda, notó que faltaban $2.000 de la caja y un paquete de cigarrillos. Enseguida, les reclamó a los venezolanos.
“Alirio les dijo que en la tienda no podía perderse ni una moneda, porque aquí no había ladrones y que si ellos querían algo se lo dijeran. Además, les pidió que fueran buscando para dónde irse y se inscribieran en unos comedores donde entregan alimentación gratis a los venezolanos”, agregó la mujer.
Al llegar la noche, la hijastra fue a saludar a Alirio y a pedirle a su madre que se quedara con ella en su casa, en el barrio Comuneros.
Así fue que Alirio, luego de cerrar la tienda, se quedó solo con los tres venezolanos, quienes llegaron a dormir, al parecer, molestos y callados luego del reclamo.
El crimen
Según se conoció, hacia las 4:00 de la madrugada del lunes, una vendedora de tintos se percató cuando los tres hombres salían del negocio con mochilas y dos televisores. Razón por la cual, alertó a la Policía sobre lo ocurrido.
Al llegar al negocio, los uniformados rompieron un vidrio de la ventana e ingresaron a la tienda descubriendo el brutal homicidio.
Alirio estaba amordazado sobre la cama y amarrado de pies y manos, por la espalda. En la escena se notaban además rastros de sangre y el cadáver tenía una tira de plástico en el cuello, con señales de haber sido asfixiado.
“Se llevaron los dos televisores, el dinero de la venta del fin de semana y hasta las camisas de Alirio, no le dejaron sino una (…)”, agregó la familiar.
La víctima, nacida en el municipio de El Zulia, trabajó por muchos años vendiendo bolsas plásticas en Cenabastos. “Las traía de Venezuela, pero a raíz del cierre de la frontera montó la tienda que tenía hace 3 años”, dijeron los parientes.
Investigación
Unidades del Brigada Interinstitucional Contra Homicidios (Brinho) practicaron el levantamiento y llevaron el cadáver a la morgue del Instituto de Medicina Legal.
Los investigadores judiciales están tras la pista de los asesinos, de quienes se presume que cruzaron la frontera rumbo a Venezuela y adelantan las entrevistas a familiares del occiso y conocidos de los agresores.
“Es un hecho desafortunado donde pierde la vida el señor, quien les ofreció hospedaje a los tres extranjeros que le causaron la muerte”, confirmó el coronel Javier Barrera, comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta.
fuente por laopinion.com.co