lunes, noviembre 4, 2024
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Los dos jóvenes que el Eln quiere matar

Por: Salud Hernández-Mora

Han estado dos veces a punto de matarlo y solo tiene 27 años. Después del último atentado en casa de su madre, a Luis Naranjo no le quedó otra salida que recluirse en el gueto. Su amigo y compañero de ideales y de partido, Lewis Calderón, otro objetivo militar prioritario, también está condenado a permanecer confinado en las seis cuadras que componen el anillo de seguridad de Saravena.

Han pasado 18 años desde que el grupo terrorista lanzara los primeros cilindros contra la estación de Policía, situada en el parque principal, y, pese a los cinco batallones del Ejército y al potente contingente policial, aún deben resguardar en media docena de manzanas protegidas a los personajes más amenazados del pueblo, así como a las instituciones estatales y sedes bancarias. “Es vergonzoso, es la manifestación de la total incapacidad del Estado y del poder del Eln”, indica con rabia un comerciante de la pujante y bonita población del departamento de Arauca.

Además de Naranjo y Calderón, en el anillo reside el alcalde Yesid Lozano, miembros los tres del Centro Democrático.
Pero son Luis y Lewis los que más escuecen a los ‘elenos’. Quizá por su juventud, por un pasado sin mancha o por defender sin ambages al Ejército y la Policía como únicas instituciones legitimadas para salvaguardar al pueblo y la democracia. O porque son nativos de Saravena, de familias fundadoras del municipio, trabajadoras y humildes, y tener la valentía de abominar de la violencia, pensar diferente y pregonarlo.

“Es como si fuésemos nosotros los delincuentes y ellos los buenos. Andan por el pueblo frescos y nosotros, encerrados”, protesta Luis, concejal y estudiante de ingeniería civil. Hace un par de años, junto con Lewis, abogado, se enrolaron en el Centro Democrático. No avizoraban el precio que pagarían por lo que en Saravena supone una osadía, un reto al Eln. Por eso los bautizaron como “los suicidas”.

La campaña electoral para promover la aspiración de Luis al Concejo fue una odisea. Como las pocas pancartas que ponían se las arrancaban rápido y nadie se atrevía a acudir a un evento organizado por el Centro Democrático, optaron por el puerta a puerta. Prometían inclusión social, seguridad y una voz “que no se dejaría amedrentar”. Recibieron tal cúmulo de amenazas que debieron hacer los recorridos a bordo de la tanqueta de la Policía.

“A la gente le da miedo acercarse al uribismo, pero es un pueblo uribista. Por eso la alcaldía la ganó el Centro Democrático”, afirma Lewis, coordinador de dicho partido.

Las alertas que recibimos son permanentes, conmigo han sido muy enfáticos; dicen: ‘a este chino hay que matarlo’

Votar en secreto es la única libertad política que la guerrilla no logró arrebatar del todo al pueblo. De ahí que también el ‘No’ en el plebiscito (por la paz) triunfó ampliamente en Saravena y en todo el departamento.

Luis debió sacar de Arauca a su esposa y a su hijo, y tanto a él como a Lewis les pusieron tres escoltas que ellos mismos escogen cuidadosamente. Exmilitares y expolicías con experiencia en combate. Y son conscientes de que puede resultar insuficiente. “Las alertas que recibimos son permanentes, conmigo han sido muy enfáticos; dicen: ‘a este chino hay que matarlo’ ”, precisa Luis. “No solo tengo que pensar en mí, sino en los escoltas y en sus familias. Por eso únicamente acudo a eventos del municipio que sean institucionales y acompañe el Ejército y la Policía. Y en el pueblo me abstengo de salir mucho del anillo de seguridad. Eso limita nuestro trabajo con las comunidades”.

El recuerdo del asesinato del secretario de Desarrollo (Pedro Antonio Bohórquez), en el 2014, los obliga a ser aún más prudentes. “Un sicario del Eln entró a la alcaldía y lo mató. Había once escoltas ese día”, rememora Luis.

‘Eln debe frenar los asesinatos y secuestros’: Defensoría

Este es uno de los grafitis que el Eln ha dejado en muchos lugares de Arauca.

Este es uno de los grafitis que el Eln ha dejado en muchos lugares de Arauca.

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Salud Hernández-Mora

Una noche, en Saravena, fui testigo de la presión que soportan. Un equipo patrocinado por el Centro Democrático e integrado por chicos que no eran miembros de dicho partido disputaba la final de fútbol sala de un campeonato local. Luis quería jugar, pero no pudo. Informaciones apuntaban a que el Eln intentaría un atentado. Para evitarlo, el Ejército se desplegó por la cancha.

El encuentro coincidía con el primer aniversario de la muerte de alias Capitán William, dado de baja en el 2016. Ya de madrugada, milicianos habían disparado a una de las garitas del anillo de seguridad y lanzado una granada. Luis siguió el partido desde la gradería, atestada de espectadores, y nada más terminar se retiró a las carreras con sus guardaespaldas.

En Saravena la gente se cansó de la guerrilla porque la violencia no ha dejado progresar, y aquí el proceso de paz con las Farc ha tenido una incidencia mínima

Pero fue hace un año, en casa de su madre, María del Carmen Naranjo, cuando sacó adelante sola a sus ocho vástagos, donde cambió su vida. Llegaba con el único escolta que tenía asignado entonces y nada más entrar, sonaron los primeros disparos. Se escondió en una pieza armado de un machete mientras el guardaespaldas, exmiembro de las Fuerzas Especiales, repelió el ataque pese a que lanzaron una granada que lo dejó aturdido.

“Antes era libre para estar con la familia, visitar a mi mamá, ir al río, salir con los amigos. Ahora vivimos encerrados. Pero tanto Lewis como yo seguimos firmes en nuestras creencias, ni un paso atrás”, afirma Luis. “En Saravena la gente se cansó de la guerrilla porque la violencia no ha dejado progresar, y aquí el proceso de paz con las Farc ha tenido una incidencia mínima. Los grandes generadores de violencia en mi pueblo son los ‘elenos’ ”.

Vacunas

Sus vidas no son las únicas que el Eln quiere segar. En lo corrido del año ha asesinado en Arauca a 37 personas, la mayoría en Saravena, su eterno bastión en el departamento, y en Fortul. Las víctimas eran pobres gentes del común. “De los dos grupos, los del Eln han sido los más gatilleros, los más sanguinarios”, afirma un comerciante. “Los ‘elenos’ están infiltrados en todas las entidades, los encuentras en todas partes, controlan el departamento. Uno no puede hablar tranquilo en ningún lado. Habían perdido fuerza, pero ahora están envalentonados”.

Además de los asesinatos, las vacunas suponen un dolor de cabeza. Unos creen que lo que dejaron de entregar a las Farc se lo terminarán pidiendo los ‘elenos’ para ingresar el doble. “Es el 5 por ciento lo que había que darle a cada guerrilla, a veces más. De momento, yo me estoy ahorrando lo de las Farc, que ya no piden. Aquí las alcaldías y la gobernación dan el 10 por ciento de los contratos, de otra manera no dejan trabajar”, asegura un empresario, y sus afirmaciones las corroboraron las personas a las que entrevisté en diversas localidades araucanas. También obtienen importantes recursos con secuestros, robo de ganado y contrabando.

Los ‘elenos’ te dicen ‘así como tiene para invertir, tiene para darnos’. Por eso no avanzamos

“Yo he pagado todas las extorsiones de la guerrilla porque el Estado es inoperante. Uno no hace la denuncia porque no hay protección y pone en peligro su vida y la de su familia. Aquí uno se acostumbra a vivir callado, a no ver ni oír”, confiesa un contratista. “No puedo detener la obra por una vacuna”.

Para otro empresario, “el Eln es un freno al desarrollo. Muchos no se atreven a invertir más por temor a ellos, porque invertir y generar empleo es ponerse una lápida. Si tienes en Arauca un negocio, prefieres no crecer y más bien invertir en otro departamento. Podríamos ser una potencia agropecuaria; tenemos unas tierras muy productivas, somos los segundos productores de banano, tenemos el mejor chocolate, pero no se puede. Enseguida los ‘elenos’ te dicen ‘así como tiene para invertir, tiene para darnos’. Por eso no avanzamos”.

La reciente llegada masiva de venezolanos agrava la precaria economía local. “Arauca está en una hecatombe económica; si no le ponen cuidado, en pocos años tendremos diez mil ‘elenos’ ”.

Una de las incertidumbres que rondan es qué ocurrirá ahora que las Farc dejan las armas y el Eln sigue matando. En el 2010 sellaron un pacto de no agresión tras la guerra entre ambas organizaciones subversivas que dejó desplazados y cientos de guerrilleros y civiles muertos. Asesinaban lugareños por el mero hecho de vivir en una población bajo dominio del contrario.

“Dejaron muchas heridas abiertas, y no sabemos si el Eln tomará revancha contra los que consideran cercanos a las Farc, si coparán los espacios que dejan y si los ‘farianos’ permitirán que el Eln controle sus vidas como hacen con nosotros”, explica un ganadero. “Sin acuerdo entre ellos, los de las Farc no pueden desmovilizarse tranquilos”.

En la zona veredal de las Farc, situada en la vereda Filipinas, que concentra medio millar de guerrilleros, traslado esa inquietud al comandante ‘Esteban’, que fue jefe del Décimo frente. “Tuvimos una guerra con el Eln que fue un error garrafal de unos mandos. Paramos ese conflicto e hicimos unos acuerdos, y cuando estábamos en armas,nos respetamos. Como ya no estamos en armas, lo que cuenta es la palabra”, asevera el exguerrillero.

Le pregunto qué harán si los ‘elenos’ pretenden cobrarles vacunas cuando tengan proyectos productivos en marcha. “No se ha analizado esa perspectiva. Cuando paramos la guerra, no les cobrábamos vacunas a sus simpatizantes y a los amigos de ellos. Pero los compañeros del Eln son revolucionarios y también luchan. Puede que nos cobren a nosotros, siguen siendo guerrilla”, responde. Considera que serán el Secretariado y el Coce los que determinen el camino por seguir.

Otra preocupación latente entre la población es el papel que jueguen los milicianos de las Farc en localidades como Pueblo Nuevo, cercano a Filipinas y que siempre fue de dominio de dicha guerrilla. Si volverán a las andadas, en especial si los acosan los ‘elenos’. Y qué pasará cuando Eln y Farc se disputen la curul de la circunscripción especial al Congreso.

Pese al pesimismo y la desazón que palpé por todos los rincones, el general Álvaro Pérez, cabeza de la Fuerza de Tarea Quirón, mira la realidad con un atisbo de optimismo. Señala que las Farc ya no atacan, los atentados del Eln bajaron y al Ejército lo reciben con los brazos abiertos en veredas que eran netamente guerrilleras.

Luis Naranjo y Lewis Calderón quisieran que esas mejoras alcancen a Saravena y a ellos mismos. Que puedan abandonar el gueto, vivir con sus familias y hacer proselitismo político con la misma libertad que los concejales de otros partidos. “Me cruzo con amigos que por miedo no me saludan”, apunta con tristeza Lewis. “Si nos salimos del anillo y nos quitan la seguridad, somos hombres muertos”.

SALUD HERNÁNDEZ-MORA
Especial para EL TIEMPO

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