domingo, noviembre 24, 2024
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“Si naciera de nuevo, volvería a ser soldado”

“… Y que sobre la recia medida de su pecho, la patria del mañana se puede edificar…¡Gloria al soldado!”, recita una de las estrofas del Himno al Ejército Nacional que entonan cientos de soldados en el Cantón Militar de Saravena, mientras marchan al unísono y con extremada métrica bajo la lluvia de un día de esos donde el cielo parece roto.

 “Como cuando llueve en el llano”, es la respuesta que da el soldado profesional William Vacca Soto, ante la descripción del clima que acompaña la región en la que sirvió consagradamente por 12 años, y por donde inicia su conversación. Él es un héroe de la Patria que fue víctima de un artefacto explosivo improvisado instalado por el Eln en el departamento de Arauca, hecho en el que resultó herido de gravedad, perdiendo una de sus piernas.

Este cucuteño, de acento bien marcado prestó el servicio militar de forma voluntaria en el año 2003. Recuerda que un día se levantó con eso en mente, y le dijo a la señora Corina, su mamá, que lo de él era ser militar, decisión que hizo realidad incorporándose en el tercer contingente de 2003, designado para patrullar y brindar seguridad en el departamento de Arauca. Tras superar con éxito ese primer gran reto, William ingresó a la Escuela de Soldados Profesionales donde fortaleció su entrenamiento, profundizó habilidades y empezó a caminar por el sendero reservado para los hombres que van más allá de lo que indica el valor, para los héroes vestidos de honor.

“Jamás me arrepentiría de ser soldado de mi país, ni por todas las dificultades y sacrificios, si naciera de nuevo, volvería a ser soldado, porque es lo más bonito, es orgullo para uno, para la familia, es nobleza, porque es que uno trabaja y trabaja, sin esperar que alguien algún día le diga – oiga, gracias, sino solo porque sabemos que somos los que podemos ayudar a contener la maldad, la ilegalidad, o lo que hace daño a la gente y a Colombia, la gente piensa que uno se mete a esto porque le gusta la guerra, en cambio yo digo que es porque uno quiere que haya paz para todos”.

Así poco a poco, el soldado Vacca va retomando el recuerdo de su labor, deja salir sus ideas y las va expresando con más confianza, pues en un principio se declaró tímido. Un par de anécdotas de trabajo van atravesando sus memorias, hasta llegar a ese seis de junio

de 2016, día en que cumplía con la misión asignada en un pelotón blindado orgánico del Grupo de Caballería Mecanizado N.18 General Gabriel Revéiz Pizarro, el cual estaba encargado de custodiar el eje vial que comunica a los municipios de Tame y Saravena; cuando de forma inesperada, activó un artefacto explosivo que le destrozó la pierna izquierda y dejó heridas considerables en el resto de su cuerpo y extremidades.

“Después del último registro de área del día anterior llegamos hasta el sector de Tamacay, cuidando la carretera, yo estaba de guardia y bajé del vehículo a hacer lo mío, alcancé a caminar como tres metros, cuando sentí el bombazo, recuerdo los primeros auxilios, sentí angustia, y mucho dolor, ya después no supe más, desperté a la realidad hasta el 17 de junio”. En el esfuerzo por salvarlo, las tropas lo llevaron al Hospital de Tame, posteriormente fue trasladado vía aérea a Saravena, y por último a la ciudad de Bogotá; la pérdida de sangre era demasiada, y con ella, el número de probabilidades de salir con vida disminuía.

“Estuve 11 días entre la vida y la muerte, mi familia, mi esposa, fueron los que sintieron la preocupación de verme todo ese tiempo ahí, conectado a aparatos, todo el cuerpo vendado, batallando para volver a este mundo”- dice el protagonista de esta historia de vida.

Pa’lante, porque pa’ tras asustan

Ad portas de cumplirse un año de aquel suceso y de ser sometido a varias cirugías y procedimientos, que aún no acaban, el soldado profesional William Vacca se recupera satisfactoriamente. Sus ganas de ser superior a la dificultad han permitido que los avances sean notorios, reconoce que sin duda las atenciones recibidas tanto en el Hospital Militar, como en el Centro de Rehabilitación Inclusiva-CRI- del Ejército Nacional han aportado enormemente con esos resultados.

 “No ha sido fácil, la vida cambia totalmente, hay cosas que son complicadas de …” – corta la voz con un hondo suspiro, y finaliza –  “pero nada es imposible…y vamos es pa´lante, porque pa´ tras asustan, a mí Dios me regaló una segunda oportunidad, que no pienso desaprovechar, por eso vivo agradecido. Mi fortaleza ha sido Dios, mi familia, Leydi mi mujer, mi hijo Jesús Gabriel que cumplió ya tres años, y bueno, ahora que estamos esperando bebé, una luz de bendición”.

En esté héroe de carne y hueso lo que no ha cambiado es el optimismo, su gesto permanente es el pulgar arriba, sus manos elevadas en señal de victoria; y es que eso es un héroe, alguien que por otros, ha entregado todo su bienestar, un ser humano integral que es capaz de sostener la sonrisa por encima del odio, la queja, la injusticia, y las demás justificaciones que utilizan muchos para seguir generando violencia y rencor en nuestro país.

Para finalizar, revisando unas fotografías, Vacca menciona que lo más preciado que le dejó el servicio como soldado han sido sus compañeros, “Se les extraña, uno se vuelve como familia, son años andando juntos, caminando, luchando, acampando, comiendo, conociéndoles el genio, las costumbres; varios me han visitado, a ellos les deseo lo mejor, que se cuiden, que no bajen la guardia, que no se cansen porque debemos hacer las cosas bien y con ganas hasta el último día”.

Sin duda alguna, las vivencias de nuestros héroes multimisión reflejan que aquella estrofa

mencionada al inicio de esta historia es una realidad; es sobre la entrega desmedida de hombres como William, que la Patria se ha venido edificando…¡Gloria, gloria al soldado!.

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