Luego de muchos intentos y acatando una decisión judicial, se cumplió en total tranquilidad el desalojo del asentamiento humano, denominado ‘Los Güires’, donde vivían casi trescientas familias en un área de alto riesgo, ubicada al borde externo del dique vía que protege a la capital araucana de las aguas del río del mismo nombre.
El desalojo se vio igualmente forzado debido a que el lugar se había convertido en el principal centro de expedido de estupefacciones y guarida de todo tipo de delincuentes, quienes presionaron e intimidaron a familias enteras que residieron en el lugar por más de 10 años. Es decir, el microtráfico se tomó el lugar.
Si embargo, en esa misma margen del río, aún se encuentran cientos de viviendas que están expuestas a que en cualquier momento las aguas arrasen sus viviendas y con el riesgo incluso de perder la vida, a quienes tarde o temprano la alcaldía debería aplicar la misma medida.
Según las autoridades, en el municipio de Arauca existe más de 30 invasiones o asentamiento subnormales, ocupados principalmente por ciudadanos de origen venezolano.
Las historias se repiten una y otra vez, familias asentadas hace más de diez años en Los Gúires, desarmaron sus ranchos, compuestos principalmente por láminas de zinc, guaduas y plásticos, que fueron desmontados cuidadosamente por sus dueños, que en mejor de los casos las trasportaron en una carretilla o un mototaxi. Otros no tuvieron más opción, que dejar los elementos en la calle.
Hoy muchos de ellos no saben dónde pasar la noche, como lo aseguro una mujer, madre de cuatro hijos, quien sostiene a su familia vendiendo café. La situación es difícil, dolorosa, pero de esto se debe aprender.
Arauca no puede seguir creciendo de manera desordenada y caótica, sin respetar ninguna norma, se invaden espacios públicos y terrenos privados sin control. Gran parte del problema obedeció a que las autoridades no actuaron de manera oportuna, dejaron que el problema se agrandara, para luego tener que adelantar, si bien les va, un desalojo a la fuerza.
