Desbordamientos de ríos y sequías prolongadas se sienten cada vez con más fuerza en Tame y Saravena, municipios de Arauca, que además de los embates del cambio climático afrontan un conflicto armado histórico que ha afectado el acceso de su población a una alimentación adecuada. Las huertas comunitarias y el desarrollo de proyectos productivos ayudarían a mejorar la situación.
La Encuesta Nacional de Situación Nutricional (ENSIN, 2015) mostró que en Colombia 1 de cada 2 hogares presenta inseguridad alimentaria, un problema que se profundiza en las áreas rurales y en los territorios indígenas, donde el 64,1 y 77 %, respectivamente, la padecen.
La falta de acceso a una correcta alimentación tiene efectos devastadores sobre todo en los niños entre 0 y 8 años, ya que impide el desarrollo físico y cognitivo, afecta el rendimiento escolar y debilita la productividad futura de los países.
Según la Defensoría de Pueblo, en 2021 la Orinoquia fue la tercera región con mayor prevalencia de desnutrición con un índice de 12,3 %. Por ejemplo, en el municipio de Arauca el 69,6 % de sus pobladores percibió algún grado de inseguridad alimentaria. Para Tame fue de 45,2 % y en Saravena del 36,4 %.
Ante esta situación, el área de Extensión Universitaria de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Orinoquia y el Programa Mundial de Alimentos (WFP) de las Naciones Unidas han puesto en marcha tres proyectos que buscan dotar a las comunidades de dichos municipios con las herramientas necesarias para tener sistemas productivos eficientes que promuevan el acceso a una alimentación adecuada.
En Tame se busca beneficiar a 685 integrantes de la comunidad indígena betoy y a 781 de consejos comunitarios afrodescendientes, y en Saravena el proyecto se enfoca en 725 personas de las comunidades rurales y periféricas.
Los consejos comunitarios afrodescendientes recibieron 4 huertas comunitarias y 4 conucos, o pequeñas parcelas; la comunidad indígena betoy 3 huertas y 3 conucos, y en Saravena 186 huertas familiares.
En las huertas de ambos municipios se desarrollan diferentes cultivos de hortalizas, tomate, pepino y ahuyama, entre otros.
De otra parte, en los conucos las comunidades tienen cultivos del pan coger como plátanos, maíz, yuca frijol.
Esto forma parte de un proceso de emprendimiento de las familias, ya que podrían transformar algunos productos dándoles valor agregado o vender parte de los excedentes de sus cosechas.
El agro-ecólogo Giovanny Reyes, profesor de la UNAL Sede Orinoquia, afirma que para lograr la seguridad alimentaria se debe aprovechar la diversidad del país.
“La seguridad alimentaria consiste en garantizar la alimentación de la población a través de la búsqueda de alimentos en la agrodiversidad que se encuentran sobre todo en el trópico y en estos territorios que son tan ricos en diversidad. Para llegar a este punto se debe fortalecer la investigación en la materia”.
Ana María Romero, profesional universitaria del área de Extensión, señala que “las comunidades indígenas y la población afrodescendiente de Tame están en un territorio de disputa de los grupos armados y se han visto desplazados de sus lugares, lo cual les impide llegar hasta sus cultivos o huertos”.
“Desde la Universidad se viene trabajando en un modelo de producción agro-ecológica basado en la economía circular y estrategias de mitigación del cambio climático, proyecto que busca darles las herramientas para el autoabastecimiento alimentario”, agrega la profesional Romero, quien además es la delegada de la Dirección de Relaciones Internacionales (DRE) de la UNAL en los proyectos de cooperación internacional.
Además de las huertas comunitarias, este proyecto busca capacitar a la población en temas de seguridad alimentaria y nutricional, alimentación y hábitos de higiene saludable, además de temáticas de género en las que se trabaja para fortalecer el emprendimiento a través de proyectos de modistería, principalmente en las comunidades indígenas.
Hoy el PMA es la organización humanitaria más grande en el mundo, con presencia en más de 90 países. Su presencia en el departamento de Arauca ha sido fundamental para acompañar y dar atención humanitaria en diferentes sectores.
Además del trabajo conjunto que realiza con instituciones como la UNAL,en Arauca beneficia a casi 30.000 personas (campesinos, indígenas, migrantes) con bonos mensuales de alimentación, los cuales se redimen en puntos de venta con alimentos y artículos de aseo.