La Universidad Industrial de Santander (UIS) acaba de dar un paso importante en su estrategia de expansión regional: el Consejo Académico aprobó la creación del programa de Ingeniería de Alimentos en modalidad presencial, con sedes en Barbosa (Santander) y Saravena (Arauca).
La decisión, tomada el pasado 9 de diciembre mediante el Acuerdo N° 353 de 2025, abre la puerta a nuevas oportunidades de formación en dos territorios que han venido reclamando mayor acceso a la educación superior.
El anuncio no es menor. En un país donde la seguridad alimentaria y la innovación agroindustrial se han convertido en temas de conversación cotidiana, contar con un programa académico enfocado en la transformación y conservación de alimentos resulta estratégico.
La propuesta en búsqueda de formar profesionales capaces de diseñar y mejorar procesos, plantas y equipos, siempre con la mirada puesta en garantizar la calidad y la inocuidad de lo que llega a la mesa de los colombianos.
Más allá de los tecnicismos, lo que está en juego es la posibilidad de que jóvenes de Barbosa y Saravena encuentren en su propia región una alternativa de formación universitaria alineada con las necesidades locales. Reducir pérdidas poscosecha, agregar valor a la producción campesina y abrir caminos hacia la sostenibilidad son algunos de los retos que este nuevo programa pretende abordar.
En palabras sencillas: se trata de conectar la academia con la vida diaria de quienes producen y consumen alimentos.
La UIS ha insistido en que este proyecto no se limita a las aulas. La idea es articular docencia, investigación y trabajo con el sector externo, de modo que los estudiantes puedan vincularse con empresas, asociaciones y comunidades.
Así, la Ingeniería de Alimentos no solo será un título, sino una herramienta para dinamizar la economía regional y aportar soluciones concretas a problemas que afectan a todos.
El camino aún tiene pasos pendientes. La Vicerrectoría Académica deberá adelantar el trámite de registro calificado ante el Ministerio de Educación Nacional, requisito indispensable para que el programa pueda abrir oficialmente sus puertas.
Sin embargo, la aprobación del Consejo Académico ya marca un hito: confirma que la UIS está dispuesta a fortalecer su presencia en territorios apartados y a responder a los desafíos de la soberanía alimentaria y la innovación agroindustrial.
Con esta apuesta, Barbosa y Saravena se perfilan como escenarios donde la educación superior puede convertirse en motor de transformación social y productiva.
Y la UIS, fiel a su carácter público, reafirma que su misión va más allá de Bucaramanga: se trata de sembrar conocimiento allí donde más se necesita.
