Paloma Valencia Laserna, 47 años es desde este lunes la candidata presidencial del Centro Democrático, el partido fundado por el expresidente Álvaro Uribe Vélez.
La actual senadora representará al partido de derechas en unas elecciones para elegir al jefe de Estado de Colombia. Valencia ha vencido en dos encuestas, una a ciudadanos en general y otra a militantes del partido, a las también congresistas María Fernanda Cabal y Paola Holguín.
Así lo ha revelado el director del partido, Gabriel Vallejo, en un evento en un salón del Congreso de la República. “Yo tengo esta candidatura, y aparecerá mi nombre, pero pertenece a tres mujeres, María Fernanda, Paola y yo”, ha dicho al allí la nueva candidata al agradecer su elección, para luego deshacerse en elogios para quienes fueran sus competidoras.
El evento, citado para las 5 de la tarde, pero postergado hasta las 6 en espera de la llegada de la senadora Cabal, venía antecedido por un largo proceso de selección de aspirante, atravesado por el asesinato del senador Miguel Uribe Turbay, la aspiración frustrada de su padre Miguel Uribe Londoño, y la renuncia del senador Andrés Guerra Hoyos a la carrera.
Valencia se refirió a todos ellos, y buscó teñir su candidatura de un tono de esperanza. “Los problemas de Colombia tienen solución”, dijo en un tono más tranquilo, menos agresivo, que el que ha utilizado en el Capitolio, en duros debates legislativos.
Con chaqueta negra sobre una camisa de un azul fuerte, dio un discurso en el que retomó asuntos propios de la derecha, como la seguridad o el enriquecimiento, pero también algunos que se suelen escuchar en el resto del espectro, como el medioambiente, un sistema de cuidados para las mujeres o la desigualdad en la educación. “El problema no es [el presidente Gustavo] Petro, el problema es el estatismo” dijo la senadora del partido de derechas.
En un discurso más orientado hacia adelante que hacia atrás, interrumpió en un punto su intervención porque su hija Amapola, quien la acompañaba junto al atril, quiso intervenir.
Calló para escuchar unas palabras que no se reflejaron en los micrófonos, pero que dieron pie para que la política agradeciera a su familia, a sus asesores, y dijera que solo descansa de su trabajo para compartir con la pequeña, “el mayor amor de mi vida”.
La política parte de atrás en las encuestas: los tres sondeos que se han realizado desde el fin de la veda, en noviembre, no le dan más del 2% de intención de voto, pero su selección no es menor.
Uribe es el claro líder de la derecha colombiana y goza de una importante popularidad. Fue elegido presidente en dos ocasiones (2002 y 2006), luego impulsó como presidente a otros dos candidatos (2010 y 2018) y, en 2014, logró que su nominado llegara a segunda vuelta.
Su única derrota fue en 2022, cuando el candidato que impulsó, el ahora alcalde de Medellín Federico Gutiérrez, no pasó a la segunda ronda.
Desde entonces, el expresidente ha buscado retomar el impulso político, aupado recientemente por su absolución en segunda instancia en un juicio en el que fue señalado de soborno y manipulación de testigos, y con una estrategia de oposición cerril al presidente de izquierdas.
La ahora candidata presidencial pertenece al partido desde su nacimiento, en 2013.
Fue elegida al Senado en 2014 como parte de una lista cerrada que encabezó Uribe, y allí se ha mantenido desde entonces. Abogada y heredera de una estirpe conservadora que incluye a su abuelo, el expresidente Guillermo León Valencia (1962-1966), ha sido una de las congresistas más visibles. Frente a Cabal y Holguín, representa el ala menos extrema del uribismo.
“No reconozco sino a los que son violentos como enemigos”, dijo Valencia, un contraste notorio con el tono antiizquierda de otros uribistas o políticas de derecha.
Ahora está previsto que la candidata participe de una consulta interpartidista entre varios aspirantes de la derecha, que se realizaría de forma simultánea a las elecciones legislativas del 8 de marzo y permitiría a ese sector del espectro llegar unido a la primera vuelta, en mayo. Pero este mecanismo está en duda.
El candidato de este espacio ideológico con más fuerza en las encuestas, el ultra Abelardo de la Espriella, ya cerró la puerta a participar en esa votación, argumentando que los 4,8 millones de personas que lo apoyaron para su candidatura por firmas lo han “encomendado para representarlos directamente en la batalla por la presidencia”.
“Ir a una consulta en marzo diluiría este mandato espontáneo, patriótico y orgánico, que surge no de estructuras políticas establecidas”, dijo el candidato en una carta dirigida al expresidente Uribe y enviada el lunes pasado, cuando se cerraba el plazo legal para que los candidatos manifestaran su interés de participar en una consulta. El líder del partido ha dicho desde entonces que podía buscar mecanismos distintos, como una encuesta.

