Nacido en Choachí, Cundinamarca en 1942, Miguel Ángel Pulido Rivera, más conocido como “Miguelito”, desde que llegó a Arauca hace 59 años se ganó el cariño, respeto y aprecio de los araucanos, gracias a su nobleza, vocación de servicio y profesionalismo a la hora de ejercer su labor como fotógrafo.
Por eso hoy, DIA MUNDIAL DE LA FOTOGRAFÍA, rendimos homenaje a este gran fotógrafo, pero mejor ser humano que supo valorar y querer su tierra adoptiva y su gente que le brindó la oportunidad de desarrollar con decoro su profesión.
“Miguelito” incursiono en la fotografía estando en Bogota en 1968, cuando un amigo que trabajaba en El Espectador se retiró y le prestaba una Olympus Pen para que mamara gallo y aprendiera. Sin embargo, rápidamente desarrolló habilidades y se fue a recorrer los cabarets nocturnos de la capital retratando la intimidad, penas y desamores de las mujeres dueñas de la noche capitalina.
Tiempo después se fue a Villavicencio a trabajar en su consolidada profesión como fotógrafo. Desde allí salía a las fiestas de los pueblos cercanos donde se ganaba la vida timando a los transeúntes disparándoles el flash como estrategia para hacerles creer que les tomaba una foto, para luego convencerlos y venderles la imagen a 15 mil pesos en ese entonces. Debían abonar 5 mil y el saldo cuando entregaba el trabajo.
A Arauca llegó por primera vez un primero de enero de 1971 a trabajar por su cuenta en los juegos deportivos intendenciales y después de ir y venir se radicó definitivamente en 1975, donde la principal clientela la encontró en los bares de la 27. La Chiquita, Candilejas y Pozo Azul era donde estaban sus mejores clientas, recuerda.
Otros buenos clientes fueron los maleteros o contrabandistas que venían a Arauca a desfogar sus pasiones y se iban a los días cargados de mercancías que pasaban al otro lado a pie. Durmiendo, disfrutando y bebiendo pasaban los días que hacían plasmar en imágenes como recuerdo.
En la década de los ochenta Miguelito era el fotógrafo de moda. No podía haber piñata, fiesta o cualquier celebración religiosa que no fuera registrada por su lente. Era el de mayor confianza y quien sacaba las mejores fotos dicen algunos viejos araucanos.
“Tanta era la confianza que a veces el padre no empezaba la misa de bautismo o primeras comuniones hasta que no llegara Miguelito, aún habiendo otros fotógrafos” cuenta Vargaloyek, un fotógrafo de la época.
Cuando no se había contactado a alguien para tomar fotos de un festejo se mandaba a un muchacho al parque central a buscar un fotógrafo, “si es Miguelito mejor” decían los padres o encargados del festejo.
El trabajo de los ochenta y noventa principalmente fue el que le dio para todo a él y su familia. Fue una época dorada, “había sábados que tenía hasta 6 o 7 piñatas y no me daba el tiempo, me tocaba aclarar en cada reunión que tan solo podía estar media hora para cumplirle a todos. Gracias a Dios había buen trabajo” recuerda el fotógrafo del pueblo.
Pocos son los hogares araucanos que no guarden en sus álbumes un recuerdo plasmado por “Miguelito”, quien durante poco más de 50 años ha retratado a las familias llaneras. Ganaderos, trabajadores, comerciantes, turistas, y gente del común preferían a don Miguel para que, a través de la luz plasmará las memorias de sus reuniones.
Hoy DÍA MUNDIAL DE LA FOTOGRAFÍA Usted que lee este reportaje, cuéntenos tienen alguna foto tomada por Miguelito? Compartanos alguna anécdota o experiencia y rindamos homenaje a este gran ser humano que aún nos acompaña. Gracias
Soy Arauca Vibrador