Arrastrando carretas llenas de cajas o una maleta a los hombros, venezolanos cruzaban este martes la frontera a Colombia por caminos clandestinos: la «apertura comercial» del paso binacional decretada por Caracas aún no se concreta.
La remoción de los contenedores que desde 2019 bloqueaban los puentes que unen a ambos países por el estado Táchira (oeste) dio esperanzas a los habitantes de las ciudades fronterizas. El lunes, cuando fueron retirados, muchos pudieron cruzar de un lado al otro como no lo hacían desde hacía mucho tiempo.
Pero el martes, todo estaba como antes. El paso al puente estaba restringido con excepción de estudiantes y personas que cruzan por razones médicas.
Y las «trochas», como se llaman a estas rutas irregulares que cruzan por el río, era la única opción para muchos.
Las autoridades venezolanas solo permiten el cruce hacia Colombia de «estudiantes y gente que va por razones médicas, de resto nada», explicó a la AFP Marcos Tapia, un comerciante venezolano de 54 años, que cruzó por el Puente Internacional Simón Bolívar, que conecta las localidades fronterizas de San Antonio del Táchira (Venezuela) y Cúcuta (Colombia), para asistir a una cita médica.
Lo mismo Alberto Durán, un comerciante de 35 años, que pudo pasar porque tenía cita para vacunarse contra el covid-19.
La vicepresidenta de Venezuela, Delcy Rodríguez, anunció el lunes la «apertura comercial» de su frontera con Colombia, dos años después de la crisis política y diplomática provocada por un fallido intento de la oposición para ingresar ayuda humanitaria.
El tránsito habitual ya estaba restringido desde 2015 por decisión de Maduro, quien denunció en esa oportunidad una «emboscada» a militares venezolanos. A partir de ese momento solo se permitía el paso peatonal, pero en febrero de 2019 el bloqueo se agudizó con la colocación de contenedores en puentes que conectan a ambos países.
Colombia apoya la reapertura pero dijo que antes haría una evaluación de las estructuras de los puentes por el peso muerto.
Venezuela y Colombia -que comparten una porosa frontera de más de 2.000 km- no tienen relaciones diplomáticas desde 2019, cuando Bogotá reconoció, junto a medio centenar de países, al líder opositor Juan Guaidó como presidente interino de Venezuela.
– «Pura mentira» –
Del lado colombiano, Luz Jaimes trató sin éxito de cruzar a Venezuela en la mañana para corroborar que el paso estuviera abierto. «Es pura mentira», se quejó la abogada de 49 años, después de que las autoridades de Colombia -que reabrió su frontera unilateralmente en junio- le permitieran el cruce.
A su alrededor, varios niños con uniforme escolar también cruzaban hacia Colombia por un corredor de vallas metálicas. El tránsito de vehículos no se ha restablecido.
Para el domingo se espera el «primer intercambio comercial de exportación e importación de productos», adelantó a la AFP Gregorio Benítez, directivo de la Cámara de Industria y Comercio de la ciudad fronteriza de Ureña.
Las autoridades no se han pronunciado al respecto.
Mientras no se normaliza el paso, el negocio en las «trochas», por donde a diario residentes de ambos países desafían el cierre cruzando a pie, seguía boyante.
Con tarifas cambiantes, pasar por una «trocha» puede costar unos 35.000 pesos -poco más de 9 dólares- si el viajero tiene equipaje, casi cuatro veces el salario mínimo en Venezuela, que ronda los 2,5 dólares mensuales.
«Están cobrando mucho, mucho. A mí, 1.000 pesos», lamenta a la AFP Mary Camero, ama de casa de 59 años, que cruzaba el Puente Francisco de Paula Santander a su natal localidad de Ureña, estado Táchira, tras vacunarse en Cúcuta.
Decenas siguen cruzando y llevando mercancías por los pasos irregulares,