Los residentes de la localidad de La Victoria en el estado Apure no salen de la zozobra. Primero fueron los combates que hace tres meses protagonizaron el frente décimo Martín Villa de las FARC y el Ejército venezolano, que dejó muertos, heridos, desaparecidos y desplazados. Ahora, la fuerza de la naturaleza los pone nuevamente en el radar, tras las inundaciones que se registran desde el pasado 7 de junio en la zona.
San Fernando de Apure. La comunidad de La Victoria en el estado Apure, se hizo “famosa” tras los combates que a finales de marzo pasado protagonizaron elementos irregulares colombianos y miembros del Ejército venezolano. Hoy, nuevamente, la zona es foco de atención, pero ahora debe su protagonismo a la fuerza de la naturaleza.
Hace tres semanas cesó el conflicto armado, pero las tristes circunstancias de esta población fronteriza con el municipio Arauquita, departamento de Arauca, Colombia, aún persisten y ahora apuntan a incrementarse.
La madrugada del pasado 7 de junio, los habitantes de la capital de la parroquia Urdaneta fueron despertados nuevamente, pero no por bombardeos ni ráfagas de ametralladoras, sino por las aguas del río Arauca, que se convirtieron en el piso de sus casas.
Lino Alicarra, funcionario de Protección Civil y habitante de la localidad, a las 9:30 de la noche del pasado 6 junio, lanzó vía WhatsApp un mensaje que encendería las alarmas, tras evaluar el riesgo de inundación en el dique del barrio La Esperanza que protege a la población.
No quiero alarmar, pero pienso de acuerdo a mi experiencia, que más o menos en una hora u hora y media, si sigue subiendo el nivel del río, el agua va a pasar por encima del dique, le agradezco a todas las personas cercanas al dique tomar todas las previsiones posibles, por favor”, escribió Alicarra y su advertencia se hizo realidad en la madrugada del día 7.
WhatsApp hizo su trabajo rápidamente en el resto de la población. “La gente está levantando las cosas, por favor Protección Civil, dirigirse a la Esperanza”, solicitaba una vecina a las 11:45 de la noche.
También clamaron ayuda por los familiares que dejaron en La Victoria, los que aún permanecen en Arauquita.
A las 4:00 de la madrugada, la fuerte corriente del río Arauca corría libremente entre los precarios ranchos de La Esperancita, según reportaba a esa hora José Ángel Anzola, funcionario de Protección Civil y dirigente social de la comunidad.
A las 7:00 de la mañana del día 7 de junio, Nancy Medina, habitante de La Esperancita, narraba cómo había quedado damnificada por la súbita inundación, mientras de fondo ondeaban los restos de bolsas negras que horas antes habían sido las paredes de su rancho derribadas por la creciente.
“A las 10:00 de la noche empezó a meterse el agua, saqué a mis niños a las 2:00 de la mañana y el agua me daba un poquito más abajo de las rodillas, ya a las cuatro de la mañana más arriba de las rodillas, prácticamente a la cintura. Perdí cocina, colchones, colchonetas, la mayoría de la ropa, no me dio tiempo de alzar nada, lo único el televisor porque había quedado alto”, contó.
A las 7:30 de la mañana, Cruz, un joven afectado, en medio de la fuerte corriente de agua, con las manos en los bolsillos y la cara propia de las circunstancias, hizo balance de los daños en el sector.
Aquí hay muchos niños, necesitamos que nos colaboren aunque sea con el desayuno de los niños, aquí la mayoría no tiene ni con qué cocinar. Aquí hay 70 familias y 40 niños, aproximadamente”, narró Cruz.
Entrado ya el día 7 de junio, el río Arauca corrió a sus anchas por las inmediaciones de la plaza Bolívar, el casco central de La Victoria y los barrios San Francisco, La Cancha, Santa Rosa, José Félix Rivas, Manuelita Sáenz y Santos Michelena, entre otros.
Asimismo, fueron afectadas las comunidades del margen del río pertenecientes a la comuna Riberas del río Arauca, la cual tiene más de 2000 habitantes agrupados en 7 consejos comunales, muchos de ellos desplazados por el conflicto armado.
Las lluvias continúan, mientras tanto, la gente del pueblo resuelve como puede a través de WhatsApp.
Esperando que las autoridades se aboquen a este sitio, por lo menos a traerle un desayuno o un pan a los niños. El llamado también es para aquellas personas que no se han inundado todavía, que nos colaboren para ayudar a estas familias”, solicitaba uno de los habitantes de la comunidad.
Residentes indicaron que hasta entrada la tarde-noche del miércoles 9 de junio, el alcalde del municipio Páez, José María Romero, aún no había respondido a la solicitud de ayuda.
“Tiene como mes y medio que se fue y más nunca vino por estos lados”, informó uno de los afectados.
El alcalde Chema, como le dicen, quien durante el conflicto armado de la parroquia Urdaneta había trasladado el despacho municipal de Guasdualito a La Victoria, se fue de la zona antes del despeje militar y no ha regresado.