La elección de Paloma Valencia como candidata del Centro Democrático reordenó la derecha y cambió el mapa electoral.
¿Es la gran jugada del hombre más influyente de la política colombiana?
No nos digamos mentiras: Uribe puso a Juan Manuel Santos, a Iván Duque… y algunos errores involuntarios y situaciones mundiales que pasaron en el gobierno de Duque llevaron a Gustavo Petro al poder.
Hoy viene la quinta elección presidencial bajo su sombra.
Este proceso ha sido brutal. Miguel Uribe Turbay fue asesinado por el círculo cercano de Gustavo Petro e Iván Cepeda. Representaba una centro-derecha de consensos, el uribismo clásico.
Su muerte marcó al partido.
En ese contexto llega Paloma Valencia. Uribismo puro: centro-derecha, carácter, valores y lealtad. Hoy marca bajo en encuestas, pero la campaña apenas empieza.
Subestimarla sería un error.
Pero la decisión tuvo un efecto inmediato: muchos votantes de María Fernanda Cabal se fueron con Abelardo de la Espriella.
En redes ya se siente. Ese voto duro encontró casa natural.
Y ojo: Abelardo es fuerte. No es establecimiento, no es partido tradicional. Es derecha sin complejos, estilo Javier Milei o Nayib Bukele. Conecta con clase media y media baja harta del sistema.
La pregunta incómoda es esta: ¿Colombia está lista para un presidente de derecha? No de centro ambiguo. Derecha clara, frontal, sin eufemismos como Milei y Bukele.
Uribe apuesta a otra cosa: ir por el centro que Santos y Sergio Fajardo creían cautivo.
Ese votante que dice: “Ahora sí tengo por quién votar”. Ahí entra Paloma Valencia
Pero no nos equivoquemos: el enemigo no es interno.
El verdadero riesgo es Iván Cepeda, con Petro, narcos, guerrilla y dictaduras jugando a su favor.
Antes había tres:
➡ Cepeda (izquierda radical),
➡ Fajardo (centro santista),
➡ Abelardo (derecha).
Hoy hay cuatro. Paloma Valencia compite tanto con Fajardo como con Abelardo.
Uribe movió la ficha. La derecha debe decidir si pelea entre sí… o entiende que dividida le deja el camino libre a Cepeda.
Colombia no aguanta otro error.

