Los morichales son considerados como los guardianes de la Sabana, ya que suelen estar en tierras bajas con suelos inundados y alto contenido de materia orgánica de baja descomposición y pH ácido; por eso su presencia es indispensable para el ecosistema, ya que actúan como un gran reservorio de agua y minerales, y además son la base de la alimentación, la ropa y la construcción de muchas comunidades indígenas de la región.
Esta palma se encuentra ampliamente distribuida cerca de las cuencas de la Orinoquia, por lo que su presencia ha sido habitual en el Parque El Tuparro, el cual alberga una amplia variedad de ecosistemas –entre ellos sabanas, bosques y humedales– en sus 548.000 hectáreas.
El estudio realizado por la bióloga Carolina Pachón Venegas, magíster en Ciencias – Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), se centró en las características anatómicas de las palmas de moriche en estado de plántula y juvenil, presentes en las áreas del Parque afectadas por incendios ocurridos entre 1 y 3 años antes de tomar las muestras.
El objetivo de la investigación fue identificar cuáles adaptaciones de la especie le podrían ayudar a resistir o recuperarse de los incendios, y efectivamente en dichas plantas jóvenes encontraron una sustancia “retardante al calor”.
Incendios forestales como parte del paisaje
El Parque Natural Nacional El Tuparro es reconocido por su rica biodiversidad, con numerosas especies de flora y fauna, muchas de ellas endémicas de la región, como el moriche; sin embargo, durante los últimos años ha afrontado varios desafíos ambientales, entre ellos el impacto de la deforestación, el cambio climático y los incendios forestales.
En 2007, un informe del Instituto Humboldt destacó que el Parque ha sido víctima del fuego desde hace varios años, situación que se ha venido normalizando.
Por ejemplo, entre el 20 y el 24 de febrero de 2019 un incendio destruyó más de 16.000 hectáreas, y en enero de 2023 las llamas consumieron 8.000 hectáreas más. Estas conflagraciones presentaron 18 focos de fuego, y esa es una de las razones por las que se escogió el moriche, también conocido como burití (Brasil), ita (Guyana), morete (Ecuador), canangucho (Colombia) y aguaje (Perú).
Un pequeño “superpoder” hallado
“En el estudio analizamos muestras de palmas en diferentes estados de crecimiento y que fueron sometidas tanto a fuegos recientes (menos de 1 año) como a fuegos no recientes (entre 3 y 5 años). Al compararlas, encontramos que en su estructura no se presentaban diferencias significativas en términos de la anatomía de las hojas, los peciolos, vainas y raíces de las plantas en estado de plántula y juvenil”, explica la bióloga Pachón.
Y agrega: “esto sugiere que la anatomía de la especie se ha mantenido consistente a lo largo de su desarrollo, a pesar del antecedente del fuego, por lo que analizamos sus tejidos, y el hallazgo más notable fue la mayor presencia de taninos en las hojas de las palmas expuestas a incendios recientes, lo que indicaría un posible mecanismo de resistencia, ya que se sabe que los taninos actúan como retardantes del fuego en otras especies de plantas”.
El estudio también destacó la importancia de comprender las adaptaciones anatómicas del moriche en el contexto de su papel ecológico: “la especie es crucial en la prestación de servicios ecosistémicos como el secuestro de carbono, el movimiento del agua y la filtración de aguas subterráneas”, indica la profesora Fagua Álvarez, del Departamento de Biología de la UNAL Sede Bogotá, directora de esta investigación.
Señaló además que “es importante considerar el impacto de los incendios en el papel ecológico de la especie, pues al provocar aridificación del suelo se pierde la biodiversidad y disminuyen los servicios ecosistémicos; por eso entender cómo las especies se adaptan a los incendios y se recuperan de ellos da una información valiosa sobre los mecanismos de resiliencia de otras especies de plantas en ecosistemas similares”.
El estudio subraya la importancia de preservar áreas naturales como el Parque El Tuparro y sus ecosistemas únicos. Al proteger estas áreas, los esfuerzos de conservación pueden ayudar a mantener la biodiversidad y el equilibrio ecológico de la región, asegurando la supervivencia de flora tan importante como los morichales, y con ellos las diferentes especies animales a los que la planta les ofrece refugio, alimentación y zonas de anidamiento.
Este estudio sirve como punto de partida para futuras investigaciones sobre las implicaciones ecológicas y evolutivas del fuego en el hábitat de la palma moriche.