Unas treinta cocineras de Casanare, Arauca, Vichada y el Meta competirán desde el 27 de marzo por conseguir los primeros lugares en este original torneo, que se realiza por estos días de Semana Santa en la capital de Casanare, donde también se premiará a quien coma más hayacas en el menor tiempo.
Hayacas de pato, de gallina, de pescado, de chigüiro, de terecaya y hasta de babilla, hacen parte de la fórmula culinaria para elaborar la más rica hayaca, o hallaca, como la describen en Venezuela, de donde dicen que es nativa, pero que tanto allá como en Colombia es un plato típico, que se elabora de acuerdo a la tradición de cada familia.
De eso se trata, y como es una tradición centenaria de los llaneros colombo-venezolanos, se creó en Yopal el Campeonato Nacional, que tiene como propósito descubrir a través del paladar de avezados jurados y de los cientos de comensales que acuden al torneo, cuál es la mejor hayaca, la más rica, la más grande y la más pequeña, porque el tamaño también cuenta.
Para las antiguas cocineras de Arauca, la mejor hayaca es la que se elaboraba con carnes de pecarí, huevos de tortuga terecaya, chigüiro, cola de babilla o cocodrilo y otras carnes de monte, pero ante la crisis ambiental y las medidas restrictivas impuestas por los ambientalistas, las recetas se han limitado a la carne de cerdo, al pollo, la gallina y en algunas lugares el pescado y el pato de corral.
El secreto, según algunas criollas expertas en cocina tradicional, está en la elaboración de la masa, pues la hayaca, a cambio del tamal, no lleva arroz, papa, zanahoria y otras especies que son las delicias de los tolimenses y otras regiones, porque, región que se respete, tiene su propio tamal y su propia arepa.
El campeonato se acompaña, además, con muestras folclóricas tradicionales del llano, como el baile del joropo, el torneo de zaranda, los desafíos de mararayes y otras actividades culturales que hacen parte de la historia folclórica de los llaneros antiguos.
Lo ideal es programarse para llegar en los primeros días de Semana Santa y hacer parte de las tradiciones y costumbres criollas, sin perder de vista la fe religiosa.
