Por primera vez se encontró que esta especie tiene tres grupos genéticos distintos que dependen de su ubicación geográfica, ya que suelen habitar en las cuencas de los ríos Guaviare, Meta y Vichada.
El hallazgo ayudaría a generar mejores medidas de conservación y liberación en cautiverio de estos animales.
Hoy se estima que solo existen 250 ejemplares de adultos vivos en vida silvestre, pues entre 1930 y 1970 se cazaron más de 3 millones de caimanes llaneros.
Un estudio de 2018 determinó que solo había una variedad genética, pero en este solo se tuvieron en cuenta individuos de Arauca y no se analizaron caimanes del Guaviare, específicamente en el río Guayabero, que hoy es uno de los únicos puntos en donde sobrevive la especie.
El biólogo Nicolás Castillo Rodríguez, magíster en Ciencias – Biología de la Universidad Nacional de Colombia (UNAL), se interesó por evaluar de manera integral todos los lugares en donde habita este imponente reptil, que en su adultez puede alcanzar 6 m de largo y 400 kilos de peso.
Para ello se adentró en las particularidades genéticas de 43 individuos de la especie, así: 18 caimanes capturados entre 1956 y 2019 en los ríos de las cuencas del Meta, Vichada y Guaviare que fueron llevados a la Estación de Biología Tropical Roberto Franco (EBTRF) de la UNAL, ubicada en Villavicencio, para analizarlos y conservarlos; y 25 caimanes decomisados con origen desconocido por actividades de caza y tráfico ilegal.
“La importancia de los análisis genéticos es que nos permiten determinar si es viable soltar o liberar algunos caimanes en una zona específica, ya que es problemático si por ejemplo un animal habituado a un ecosistema de llanura inundable en Arauca se deja en un lugar de altillanura en el Vichada o cerca al piedemonte Amazónico en Guaviare, pues esto podría hacer que se pierda el potencial evolutivo y la adaptación de los caimanes”, asegura el experto Castillo.
Para ello se estudiaron muestras de tejido de la escama caudal (escamas grandes y sobresalientes hacia la punta de la cola) y del cráneo de los animales, conservadas tanto en la EBTRF como en el Instituto de Ciencias Naturales (ICN) y en el Instituto Humboldt, instituciones que por largos años han realizado proyectos como Procaimán (1998) –que empezó a hablar de prevención de los caimanes– y el “Plan de acción interinstitucional para la conservación del caimán llanero en Colombia” (2022), que hace poco liberó 14 individuos en el Parque Nacional Natural El Tuparro (Vichada).
En laboratorio se extrajo el ADN de cada muestra para amplificar las secuencias específicas de genes y ver si existían diferencias y repeticiones significativas que hicieran pensar que en el caimán llanero existe una diversidad marcada y que su liberación en un hábitat con condiciones distintas a las establecidas es problemática.
“Investigaciones anteriores se habían concentrado en analizar el ADN de la mitocondria, pero esto no fue suficiente, por lo que también consideramos la información del núcleo de la célula, que permite identificar con una mejor resolución los aspectos poblacionales de la especie”, explica el investigador.
Añade que “otra aplicación importante fue darles un origen a las muestras de caimanes decomisados, lo cual ayuda a tener un panorama más completo de la distribución total de estos animales, que en ocasiones llegan a estar más alejados de lo que se piensa; por ejemplo este año se capturó un caimán llanero en un potrero de Ibagué”.
Nacen mejores medidas
Según el experto, una de las prácticas que más puede ayudar a la conservación de los caimanes es el rancheo de huevos, actividad que consiste en incubar los huevos en un ambiente controlado para hacerle seguimiento al nacimiento de hembras y machos.
“En Cravo Norte (Arauca), Faustino Mojica, habitante de la zona, ha implementado el rancheo en su práctica cotidiana, lo cual es determinante porque involucra a la comunidad en los procesos de conservación de estos animales que muchas veces las personas prefieren tener lejos por miedo y desconocimiento”.
Esta actividad permite identificar y evitar los procesos de endogamia (reproducción de miembros cercanos de la especie), que en el caimán llanero es clave. El investigador indica que “la perspectiva genética busca no solo aumentar el tamaño de la población sino preservar la diversidad de la especie y su estructura poblacional, manejo que al parecer sería más indicado que el que se hace en zonas de Venezuela, donde hacen grandes liberaciones sin tener en cuenta la genética”.
Por último, recalca que es fundamental seguir estudiando la diversidad genética de la especie, ya que podría haber más genotipos que no se han encontrado porque de algunas zonas no se tiene información o no se han adelantado censos y observaciones tan rigurosas, entre otras cosas por las dificultades que han traído a lo largo de los años situaciones como el conflicto armado.