lunes, noviembre 25, 2024
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Bolsos, tulas y delantales de material reciclado, alternativa para mujeres en Arauca

Los residuos de las carpas plásticas, que para muchos son desechos, para un grupo de mujeres migrantes y cabezas de familia del barrio 30 de Agosto, en el municipio de Arauca, se convirtieron en la materia prima para su trabajo artesanal. Con estas elaboran bolsas ecológicas, tulas y delantales de cocina, cuya venta es la principal fuente de ingresos en sus hogares.

El barrio se ubica en las periferias de la capital del departamento de Arauca, donde sus habitantes libran una especie de suerte por subsistir. La mayoría llegó buscando un terreno para vivir y vieron en una zona desocupada la alternativa que necesitaban para construir una casa que los dotara de lo básico.

Por la forma de ocupación son considerados como un barrio de invasión, y ante tal designación el acceso a los servicios básicos, como agua o electricidad, es una utopía. Paradójicamente, a solo unos metros se construye la primera planta que llevará gas natural a los habitantes de Arauca.

La calle está completamente destapada, y en las épocas de invierno –como la que vive el departamento justo ahora– el agua inunda sus viviendas, en su mayoría construidas con lonas, bolsas y guaduas.

Quienes corren con un poco más de suerte construyen con láminas de zinc, pero en estas casas las paredes son casi un horno por las altas temperaturas, que puede alcanzar los 40 °C. Solo unas cuantas están hechas de cemento y ladrillos, incluso ventanas y rejas.

En general, el panorama del barrio es un reflejo de la marginalidad y pobreza de Arauca, que según el DANE en 2022 se ubicó en el 26,1 % de pobreza, superior a la cifra nacional del 18,1 %.

Hasta ese sector llegaron la Universidad Nacional de Colombia (UNAL) Sede Orinoquia –a través del Área de Extensión Universitaria–, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) y la Embajada de Francia en Colombia, con un proyecto productivo que les permita a los habitantes del barrio, especialmente a las mujeres, tener una alternativa económica que mejore su calidad de vida.

La apuesta es simple pero ambiciosa: convertir los residuos de las carpas plásticas en materia prima para elaborar artesanías y en la fuente de ingresos de 10 mujeres y sus familias.

El proyecto es relevante si se tiene en cuenta que Arauca presenta una de las cifras de desempleo más altas del país, con el 29,4 % en 2022.

“En la comunidad la mayoría somos recicladores, vivimos del día a día y este apoyo de la Universidad nos permitió entender cómo transformar eso que reciclábamos. Esto se convirtió en una oportunidad económica porque acá vivimos situaciones difíciles”, expresa Dona Patiño, una de las beneficiarias de este proyecto.

César Gutiérrez, profesional de apoyo del área de Extensión Universitaria de la UNA Sede Orinoquia, señala que “esta iniciativa es la continuidad del proyecto ‘Frontera Verde’, mediante el cual se les da un manejo a los residuos producto del reciclaje, con los que ellas crearon incluso huertas comunitarias para la soberanía alimentaria”.

“Cuando les preguntamos: ¿qué pueden hacer con esta carpa?, nos sorprendió que tuvieron varias ideas, y entonces empezamos a hacer capacitaciones para que esa idea se volviera tangible”.

“El apoyo de la Universidad se basa en la capacitación para transformar el producto principal, generar espacios para comercializar los productos, e incluso conseguir los insumos necesarios para elaborar las artesanías”.

En esa línea, en medio de las calles sin pavimentar y las casas de lona, surge el proyecto “Mujeres emprendedoras del 30 de Agosto (ME30)”, conformado inicialmente por 9 mujeres.

“En menos de una hora nosotras desbaratamos una carpa entre cuatro personas, con tijeras y las manos. Le quitamos el lado de plástico y queda la tela, con la que surgen las artesanías”, relata la señora Patiño.

Gracias al apoyo de la UNAL, el PMA y la Embajada de Francia en Colombia, su emprendimiento ha sido dotado de máquinas de coser, máquinas planas y fileteadoras con las que puedan responder a los pedidos y mantener el ingreso económico.

“Esta iniciativa no es solo nuestro ingreso económico, sino que el taller se convierte en nuestra terapia para huir de todos los problemas que tenemos acá. Cuando pintamos o cortamos comenzamos a despejar la mente” concluye Dona.

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