La paz de Colombia y del continente requiere el compromiso de las autoridades y el acompañamiento de los pueblos hermanos, no la obstrucción, el sabotaje ni la intervención del imperialismo.
El embajador de los Estados Unidos en Colombia, Kevin Whitaker, visitó el departamento de Arauca este lunes 25 de septiembre, donde fue recibido con pleitesía por las autoridades civiles y militares del departamento.
Whitaker y su consejera adjunta para asuntos económicos, Kimberly Harrington visitaron el complejo petrolero de Caño Limón y se reunieron con los directivos de la corporación transnacional Occidental Petroleum (Oxy).
Los funcionarios gringos estuvieron en las instalaciones de la 18ª Brigada, donde se habló de seguridad y cooperación militar, y dialogaron con el gobernador del departamento, Ricardo Alvarado Bestene.
Las declaraciones a la prensa dejan claros los objetivos de esta visita del virrey a sus peones: aseguró que las FARC han incumplido los acuerdos de paz, ya que según él, no han entregado rutas, cultivos ni laboratorios de coca; elogió el desempeño de la Oxy; y señaló que Venezuela no ha tenido voluntad frente a la crisis humanitaria de la frontera.
Parece que el embajador gringo no conoce los acuerdos de La Habana, y por eso exige elementos que no hacen parte de dichos compromisos. Pero lo más seguro es que sea éste precisamente el interés de la Administración Trump: entorpecer la implementación de los acuerdos.
En días pasados, el embajador Whitaker afirmó que EEUU no van a apoyar la sustitución voluntaria de cultivos acordada con la insurgencia. Argumenta razones insólitas, como el hecho de que las FARC sigan en la lista de organizaciones terroristas, siendo una organización política que entregó todo su armamento y que no se ha sometido a la Justicia Especial de Paz simplemente porque el Estado no la ha puesto en marcha todavía.
El interés real de Trump y sus secuaces es mantener la bandera del narcotráfico como caballito de batalla, a pesar de que la cocaína ha venido perdiendo importancia en el mercado norteamericano de las drogas ilegales, y disminuye el índice de adictos a esa sustancia en el país del Norte. No en vano a diario se fustiga a los gobiernos progresistas del continente con dicho tema, ignorando el papel de fieles vasallos del imperialismo como México o Panamá en el entramado del narcotráfico.
Otro asunto que llama la atención es que Whitaker priorice la supervisión de las unidades militares de la frontera. Es sabido que Colombia, Brasil y Perú han venido desarrollando ejercicios militares que contemplan un escenario de guerra en Venezuela, cuya situación política fue el único tema tratado durante la publicitada cita de sus respectivos presidentes con su jefe Trump el 18 de septiembre en la Casa Blanca. ¿Será mera casualidad?
La paz de Colombia y del continente requiere el compromiso de las autoridades y el acompañamiento de los pueblos hermanos, no la obstrucción, el sabotaje ni la intervención del imperialismo.
Hoy el departamento de Arauca necesita que se pongan en marcha la reforma rural y la sustitución concertada de cultivos; que se solucione el conflicto armado con el ELN; el manejo soberano de los recursos naturales, protegiendo la biodiversidad; y la integración fronteriza con el pueblo venezolano. Estas banderas están presentes en la lucha de campesinos, obreros, indígenas y estudiantes, y deben estar en primer plano de la gestión de quienes aspiren a representar a sus comunidades en los cargos electos por Circunscripción Especial de Paz, nueva figura surgida en los acuerdos para profundizar la democracia y abrir opciones de participación política a las poblaciones tradicionalmente marginadas.
David Moreno Rodríguez
Periodista, sociólogo y profesor universitario
Fuente: Agencia Prensa Rural