lunes, noviembre 25, 2024
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La invasión de las «venecas»

  • por SALUD HERNÁNDEZ-MORA

Durante años no había ni medio centenar de prostitutas. Suficientes para una ciudad pequeña. O eso creían. El arribo de centenares de mujeres del otro lado de la frontera dedicadas al oficio, ensanchó el mercado. No hay certeza sobre el número de trabajadoras sexuales que buscan una salida a la miseria en los burdeles de Arauca, capital del departamento del mismo nombre, fronterizo con Venezuela, aunque unos hablan de que superan el millar.

La Pesquera es fiel reflejo del boom de la prostitución que conoce Arauca. Era un almacén de productos alimentarios y lo cerraron para alquilarlo como casa de citas. «Hay unas 40 o más mujeres solo en ese lugar», comenta a este diario un cliente ocasional. «En Arauca solo había prostitutas de cierta edad y casi ninguna bonita. Las venezolanas son lindas y más baratas, y trabajan mejor«.

Michele es una de ellas. Ejercía la misma profesión en su natal Falcón, que fuera un próspero Estado, jamás se le pasó por la cabeza que viviendo en un país rico tendría que emigrar. «La cosa está un poco floja ahora porque hay mucha competencia de compatriotas venezolanas que vienen de Barinas, de San Fernando, de Valencia. Llegan nuevas todos los días. Nosotras somos diez en el negocio, todas venezolanas, a los colombianos les gustamos más», explica. Es una treintañera de rostro agradable y pelo teñido de un rubio brillante. «Una no está en Colombia porque quiere sino por necesidad. Tengo una hija de 15 y otra de 3 y les mando plata. Y cuando viajo a mi casa, llevo comida«.

En las buenas jornadas, atiende a tres o cuatro clientes y ganar el equivalente a unos 58 euros. Pero no es lo habitual y hay días en que no aparece ni uno. «Dicen que somos La invasión de las venecas», agrega.

En el local donde trabaja, en la calle que bordea el río Arauca, justo enfrente de Venezuela, había una casa habitada y un lavadero de coches. «En este sector han abierto muchos burdeles. Antes solo existía uno y un billar con prostitutas como de 60 años. Ahora son unas mil venecas, jóvenes y muchas bonitas, para una población pequeña como la de Arauca (unos 80.000 habitantes)», relata un araucano que suele visitar esos locales, a elmundo.es . «Es un plan nuevo, te llevas a una toda la noche por 50 mil pesos (unos 16 euros) y antes eran 150.000 (48 euros)».

El arribo masivo de prostitutas no solo a Arauca sino a un buen número de urbes colombianas, es uno de tantos símbolos del desastre económico y social que sufre Venezuela. La emigración permanente u ocasional va en aumento como se puede observar en Arauca capital, solo separada por un puente de la localidad venezolana El Amparo. Son decenas los ciudadanos de la patria de Chávez que ofrecen sus servicios en Colombia por la mitad de un jornal o venden diferentes mercancías a precios irrisorios dado el raquítico valor de la moneda bolivariana.

Yanua es una joven madre de dos hijos, de siete y cuatro años, que viaja desde Valencia, a 14 horas de distancia, para vender bizcochos caseros y café por las calles. «Vengo una semana sí y otra no para ayudar a mi marido, que también está en Arauca. Cada uno saca unos doscientos mil pesos (64 euros) a la semana, él se queda y yo regreso con los niños. Llevo de vuelta un saco de harina, otro de arroz, pasta y pañales para mis sobrinos. Tenemos que estirarlo para nosotros y seis más», explica. «Yo era cajera en un restaurante y mi esposo, chófer. La empresa de él cerró porque no conseguían repuestos y mi restaurante, también por falta de alimentos».

Para ayudar a costear los billetes de autobús, cruza la frontera con un saco de naranjas. Lo entrega en Colombia por diez mil pesos (tres euros). «Las venden al menudeo. En cada saco hay unas 300 naranjas«.

Un compatriota de Yanua admite que labora en un restaurante más de doce horas «y me pagan la mitad que a un colombiano, 15.000 pesos (unos cuatro euros), pero me sirve para comprar comida y llevarla al otro lado».

Otra fuente de ingresos es el contrabando a pequeña escala de productos alimenticios subvencionados y de otros como carne, queso, aceite de motor, salsas, envases de plástico, que al cambio resultan tirados para los colombianos. El de gasolina y el ganado de reses, a mayor escala, lo controlan la guerrilla del ELN y el Guardia Nacional venezolana.

«Ellos comen mejor que uno y comen primero que uno», cuenta un vendedor venezolano en el diminuto puerto de Arauca en donde atracan las lanchas de los emigrantes, refiriéndose a las mordidas que debe pagar a los agentes de su país para que le dejen cruzar por el río la mercancía. «Hacemos este contrabando de minoristas sólo para conseguir comida y productos básicos de aseo, pero es mínimo».

Aftosa

No todos los araucanos ven con buenos ojos la entrada masiva de venezolanos. Se quejan de que si para ellos la Sanidad ya es pésima, aún empeorará si también sus precarios centros médicos deben atender a los emigrantes. O por la competencia desleal que suponen los trabajadores del país vecino, dispuestos a cobrar mucho menos, en una región acosada por el desempleo.

Pero es el sector ganadero el más preocupado por dos problemas crecientes: el robo y el contrabando de cabezas de ganado que les tiene contra las cuerdas. «En Arauca capital están sacrificando unas quince reses diarias y las necesidades son de unas cien. Ese diferencial lo cubre el contrabando«, explican a Elmundo.es en el Comité de Ganaderos. El mismo fenómeno fue la causa de que durante casi dos meses les prohibieron sacar animales para la venta, hasta la semana pasada. Desde Venezuela, donde se relajaron los controles, procedía un brote de fiebre aftosa que afectó a varios hatos.

Lo paradójico del caso es que buena parte del ganado lo roban en Colombia, lo pasan a Venezuela y lo devuelven como venezolano de contrabando. «El diferencial de precios es infinito, no hay como competir«, se queja un ganadero. El ELN es el dueño de las rutas y controla el robo, la Guardia Nacional venezolana cobra su parte así como autoridades y ganaderos corruptos colombianos que participan en el negocio.

En lo que coinciden los araucanos entrevistados por este diario es que situación política del país vecino solo augura que la emigración y los problemas colaterales que generan, seguirán aumentando.

 

tomado del periódico el  mundo de España.

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