La hacienda Caribabare, de más de 200.000 hectáreas entre Arauca y Casanare, fue, tal vez, las más grande propiedad que tuvieron los jesuitas en el nuevo mundo y es en ella donde -concuerdan historiadores y leyendas- escondieron un gran tesoro, compuesto por oro y joyas.
En ese predio, del que aún hoy quedan vestigios y en el que pastaban más de 10.000 reses, 250 años después todavía hay quienes se animan a buscar la fortuna que se supone dejaron oculta los religiosos.
Esta historia comenzó en 1767 cuando el rey español Carlos III ordenó la expulsión de los jesuitas de esa nación y de sus colonias en el nuevo mundo.
Y cuentan las versiones que al enterarse de su inminente destierro, el padre Manare, quien estaba a cargo de Caribabare, decidió sepultar todo el tesoro de la orden.
“El padre Manare se preocupó por emprender, en un sitio discreto de las sabanas de Caribabare, una excavación revestida de mampostería a la cual fueron trasladados los tesoros que le habían sido confiados”, escribió Javier Ocampo López, en la obra Tesoros legendarios de Colombia y el mundo.
“Este tesoro inmenso llenó un cuadrilátero de más de seis metros y, cuando estuvo colmado, fue cubierto con lápida de piedra y con un concreto de calicanto que lo aislaba de la humedad. Luego se desvió la corriente de un riachuelo cercano, y sus aguas mansas y tranquilas corrieron sobre aquel depósito y borraron todo vestigio, toda huella de aquellas riquezas que hubieran podido formar la grandeza de un imperio”, escribió Carlos Humberto Sepúlveda en los Ensayos de historia araucana.
Se habla de que había monedas de oro, algunos cálices de oro y plata, finos ornamentos y joyas de los indígenas y otras donadas para la iglesia.
Pero de todas maneras, incluso en el Archivo Nacional hay documentos de la época que hablan del «ocultamiento» por parte de los religiosos de un gran tesoro.
“Tener oro a la mano como que no compaginaba con lo que pasaba en el momento. Parece que cuando salieron los 13 jesuitas que estaban allí, trataron de sacar algo, pero no se sabe si realmente se llevaron algunas cosas», dijo el escritor araucano Eduardo Mantilla Trejos.
Según su relato, los religiosos fueron sorprendidos y no tuvieron tiempo para hacer un gran entierro. De acuerdo con Mantilla, se los llevaron escoltados para Maracaibo (Venezuela) donde los embarcaron en viejo barco rumbo a Europa, el cual naufragó y los 13 jesuitas se ahogaron, y con ellos la verdad sobre el tesoro.
De la gran hacienda hoy queda muy poco. Los corrales de piedra perdieron la pelea con la maleza y las viviendas se acabaron, unas por los años y otras por los guaqueros.
Hay quienes dicen que incluso hasta las compañías petroleras que han estado en Casanare y Arauca aprovecharon su tecnología para cavar buscando la gran guaca. Pero también han llegado guaqueros y gente con simples palas y barretones buscando algo del tesoro.
De la gran hacienda hoy queda muy poco. Los corrales de piedra perdieron la pelea con la maleza y las viviendas se acabaron, unas por los años y otras por los guaqueros.
Jairo Rozo, un profesor que ha estudiado este tema, contó que en Caribabare hay pisos levantados y huecos en muchos lados, algunos, al parecer, hechos incluso con retroexcavadoras.
Pero parece que el padre Manare guardó muy bien esa guaca porque hasta ahora no se ha sabido que haya sido encontrado el entierro de los jesuitas.
Elías Gómez, el actual dueño del predio donde quedaban las casas de los jesuitas, asegura que lleva 61 años viviendo en el lugar y que nunca lo han asustado o ha visto algún espanto y mucho menos, ha encontrado algo de la gran guaca.
“Claro que si he tenido trabajadores que aseguran que sienten ruidos o que en las noches les mueven los chinchorros (hamacas)», contó Gómez.
Recuerda que hace poco llegaron hasta su finca “unos espiritistas”, que aseguraban que «sentían mucha actividad paranormal» que indicaba la presencia de un gran tesoro.
“Vinieron e hicieron un hueco y como que encontraron unos fierros viejos. Pero como no tenían mi permiso no los dejé seguir con esa búsqueda”, contó.
Opiniones divididas
Mientras Rozo cree que todo es leyenda, Gómez no descarta que el tesoro exista, pero en otro lugar de la gran sabana de Arauca y Casanare.
De todas maneras la gran cantidad de huecos y los cimientos de las viviendas levantadas dan cuenta de que ha habido mucha gente tratando de encontrar las reliquias. No en vano llevan más de 250 años buscándolas.
Incluso en el casco urbano de Tame se sigue insistiendo en que en Caribabare está un gran tesoro, que en algún lugar bajo la tierra está la guaca más grande del Llano esperando que alguien la encuentre.
Pero leyenda o verdad, son varios los jinetes llaneros que aseguran que en las noches de luna llena, a veces, sobre las extensas sabanas de Caribabare se ve una sombra oscura de un fraile, la del padre Manare cuidando su tesoro.
por el eltiempo.com