Arauca, conocida en los últimos años como la región petrolera por excelencia, ha vuelto sus ojos al campo ante el declive de esa industria, y de la mano de decenas de mujeres emprendedoras, comenzó a construir un nuevo camino de paz y desarrollo, gracias al cultivo del cacao y la producción artesanal de un delicioso chocolate.
Y en esa labor el municipio de Arauquita (100 km al oeste de Arauca, capital del departamento del mismo nombre) se ha puesto a la cabeza del proyecto, con el desarrollo del centro de acopio ‘El Troncal’, a donde van a parar las cosechas de cacao que cultivan las familias arauquiteñas.
Es en ese lugar, a cinco kilómetros de la cabecera municipal, en donde rodeados de un escenario adornado con esculturas y dibujos emblemáticos de la planta, un grupo de mujeres ha logrado generar más de 50 productos derivados del cacao, entre ellos vino, jalea, tortas, chocolatinas, exfoliantes, té, arequipe y muchos más.
Es bueno destacar que el cacao no ha sido ajeno a la región y al departamento en general, ya que antes de que se convirtiera en zona petrolera por excelencia, y viviera una extraordinaria bonanza con el descubrimiento del campo petrolero Caño Limón (en declive), su economía se sustentaba netamente en el cultivo de ese alimento.
Incluso, el cacao de Arauca es considerado uno de los mejores de Colombia y es reconocido a nivel mundial por su aroma y sabor, al punto que en el 2010 fue distinguido en la segunda edición de los Premios Internacionales del Cacao en Paris, donde participaron más de 15 países productores y en la que uno de los granos producidos en la Finca El Recuerdo, vereda bajo Tamacay de Tame, obtuvo el primer lugar.
Un año después, en el Salón del Chocolate, también en París, el cacao araucano fue nuevamente reconocido, y esa ocasión el producto ganador provenía de la finca Valparaíso, en Arauquita.
Con esos reconocimientos y el declive de la economía petrolera, la producción de cacao está floreciendo de la mano de decenas de mujeres emprendedoras, muchas de ellas cabezas de familia, que trabajan en el arte de convertir la pepa del cacao en chocolate para fortalecer sus ingresos y brindar mejor calidad de vida a sus familias.
Del petróleo al cacao
Tal es el caso de Olga Lucia Ortiz, quien se ha convertido en la pionera de esta actividad artesanal y ha conseguido posicionar sus productos en el mercado araucano, gracias al esfuerzo que a diario hace con su esposo e hijo en una finca de su propiedad, con una extensión no superior a tres hectáreas.
A través de créditos y dineros propios Olga Lucía ha conseguido sembrar nuevas plantas y cosechar el cacao que luego es procesado de manera artesanal en su casa, para convertirlo en deliciosos productos.
“Deleite” como Olga bautizó el chocolate que produce en su pequeña empresa, es vendido en supermercados de la región y es uno de los preferidos por su sabor y aroma.